Rostro y mirada – El enfermo de SIDA y Dios
Nadie muere nunca del todo. Siempre quedan los gestos, las caricias, las alegrías, las tristezas, los recuerdos, las luchas, los insomnios, los miedos, pero sobre todo las miradas profundas que tatúan al corazón las certezas del amor.