¡Alégrate!
Brilla la luz en la oscuridad,
las tinieblas no la vencieron.
¡Alégrate!
El bien resplandece luminoso,
sobre la inútil oscuridad del mal.
¡Alégrate!
La belleza, sutil y elegante, danza
sobre los escombros de la fealdad.
¡Alégrate!
La verdad canta armónica y solemne
frente a las estridencias de la mentira.
¡Alégrate!
La justicia, callada y sencilla, sonríe
y deja avergonzados a los corruptos.
¡Alégrate!
Es tu Señor, el Hijo de Dios,
el que viene a poner su morada aquí,
junto a ti, junto a mí, entre nosotros.
¡Alégrate!
Tu Señor viene encarnado,
en el bendito vientre de María,
para habitar con nosotros,
para sentir con nosotros:
Hace suyas nuestras pobrezas y fragilidades;
Bendice nuestros sueños y deseos;
Acoge nuestras lágrimas y tristezas;
Vence nuestros miedos y fantasmas;
Ilumina nuestras sombras y oscuridades;
Abraza enteramente toda nuestra carne.
¡Alégrate! ¡Asómbrate!
¡Bendice! ¡Agradece!
La Promesa está por cumplirse.
Mira que la Alianza no padece
y la Verdad nunca perece.
¡Es tu Señor!
Jesús: pobre, pequeño, frágil.
Así como tú, así como yo.
¡Alégrate y siempre agradece!
Genaro Ávila-Valencia, sj