Que no nos dé miedo encontrarte
en el amigo,
en el pobre
y también en el desconocido.
Que no nos dé miedo hablar de ti,
con obras,
y, por supuesto, con palabras,
porque tú nunca te avergüenzas de nosotros.
Que no nos dé miedo hallarte
en la tradición,
en el presente,
y en el futuro que aún está por llegar.
Que no nos dé miedo rezarte,
por nosotros,
por otros,
y por lo de más allá.
Que no nos dé miedo seguirte
en las fronteras del mundo,
en las encrucijadas de la Iglesia,
y en los rincones de nuestra realidad.
Que no nos dé miedo buscarte
en las noches más oscuras,
en la claridad del camino
y en las decisiones que nos van a inquietar.
Que no nos dé miedo agradecerte
Por lo que somos y lo que seremos
por la fe y el amor que nos regalas,
y por la vida y la familia que Tú nos das.
Alvaro Lobo sj