Misiones

Zona Golfo, Diócesis de San Andrés Tuxtla.
Parroquia de Tatahuicapan, sur de Veracruz.

11 comunidades en este lugar fueron el destino de la experiencia comunitaria promovida por CVX Jóvenes para la Semana Santa 2009 y posibilitada por la solidaridad de amigos, familiares y la comunidad CVX de Guadalajara.

Compartimos aquí algunas experiencias y mociones de los 15 enviados a acompañar y alimentarnos del trabajo y Espíritu que jesuitas y laicos reciben en fértiles tierras. Además, el Padre Claudio nos envía un mensaje desde tierras veracruzanas, sobre los frutos de la misión.‘

Llegó Semana Santa e iniciamos un largo camino desde Guadalajara hasta llegar al corazón de las pequeñas comunidades en las que compartiríamos la Semana en el estado de Veracruz. Es un largo camino de paisajes cada vez más verdes, más cercanos al mar, de calor más intenso y de gente más cálida.

Claudio S.J.
De las misiones hay un resultado inmediato y otro que se va generando. El inmediato es lo que ustedes, la gente de la comunidad y nosotros vivimos en ese momento: alegría, entusiasmo, gusto por sentirse queridos y queridas… Animados porque nos encontramos y compartimos, ánimo porque vienen de tan lejos y están con nosotros, ánimo por participar de una misma Fe. Regresamos con mucho cansancio físico pero con el corazón renovado Y los recuerdos siempre quedarán.

Gaby acompañó en la comunidad de La Perla
La comunidad ya estaba bien organizada por un grupo de mujeres con una increíble disposición para compartir con los suyos. Yo sólo me sume al esfuerzo que empapó el Espíritu en la comunidad y que posibilitó precisamente hacer común la vida, alimentarse de la palabra, hacerse corresponsables con los otros, poner en la mesa lo poco y lo mucho para compartirlo, y finalmente posibilitar que el Espíritu resucitara del polvo. Aún en proceso de resucitar del polvo, regresé empapada por ese espíritu comunitario con auténtico sabor a amar y sol. Sigo con el reto de imaginar mejores formas de hacer comunidad dentro de nuestra realidad en la familia, en el trabajo, en CVX, y con el deseo de compartir esta pregunta, para construir respuestas colectivas.

Resu y su experiencia en Mezcalapa
De la casas que visité, me di cuenta que las mas pobres son de las familias popolucas, que aún conservan la lengua, así como la pobreza material y la sonrisa transparente. Otra cosa que gocé mucho fue la sencillez de las celebraciones, entretejidas con lo cotidiano… La belleza natural. ¿Qué Dios encontré? El que no abandona a quien todos abandonan, el que pide fe y no angustia, el que hace pequeños grandes milagros a diario.

Vero estuvo en las comunidades de Guerrero y Pancho Villa
Vivir la semana santa con las personas de estas comunidades fortaleció mi fe en Jesús. Además fue muy grato compartir la tranquilidad con que se vive en esos lugares, la solidaridad y la libertad de las personas.

Indudablemente esta experiencia se quedará gradaba para siempre en mi corazón porque sentí el dolor que estas personas sufren día con día al cargar con su propia cruz, pero también porque me enseñaron que la alegría inunda sus corazones cuando viven disfrutando cada momento de su vida.

Elisa resume con una frase el sentido de acompañar a una comunidad:
“Caminando paciente y humildemente con los pobres aprenderemos en qué podemos ayudarles, después de haber aceptado primero recibir de ellos” (C.G. 32ª., d.4, n.50). E intentó hacer conciencia en cada momento de que se trata sencillamente de “estar” Fue un encuentro de sentimientos: desconcierto, alegría, impotencia al no saber cómo ayudar sin que la tarea fuera asistencial y aprendizaje.

Lilia en la comunidad de Los Arrecifes
Fue conmoverse ante la presencia de Dios en medio de tanta sencillez e invitación a evitar protagonismos, tener paciencia y a estar tranquila.
Sentir compasión con las dificultades compartidas por los adultos Y al final fue un deseo enorme de anunciar el amor incondicional de Dios y de nuestra respuesta en las “cosas cotidianas”

Marisol en la comunidad de Nueva Esperanza
Había tenido otras oportunidades de ir a misiones, pero esa semana fue la más intensa que he vivido. Dios actuó, me permitió contemplar las maravillas que Él sólo puede hacer, me dejó experimentar y sentir esa paz que Él sólo puede dar. Aprendí que cuando todo se realiza con amor se refleja en nuestra mirada, que lo material puede quedar en último plano y aún así podemos ser felices y vivir en plenitud.

Meke y su experiencia en la comunidad de Zapopan
Me recibió la familia de la señora Gina y don Félix.
Estaban acostados en hamacas bajo la sombra de unos árboles grandotes de mango Me alenté, viví, sentí y no pensé mucho.

Horacio
Me siento invitado, comprometido y a la vez pido claridad para saber distinguir y escoger lo esencial. Me gustó saberme y sentirme tranquilo y satisfecho. Comprendí que muchas de las cosas que en la ciudad llamamos “comodidades” en realidad ni siquiera son más cómodas. Acaricié mis sueños entrañables.

Marcela y su experiencia en Benigno Mendoza
Lo que puedo compartir es que durante esa semana nunca ví pobreza. Sólo observé la inmensa riqueza en el corazón de las personas con las que tuve la fortuna de que me compartieran algo de su esencia.Me sentí entre ricos. Esta misión me dio mucha felicidad Y me siento muy agradecida con Dios por haberme regalado vida para poder experimentarlo. El amor que tiene esa gente para dar sin pedir nada a cambio es inmesurable, me sentí chiquita e insignificante a su lado. Los niños me mostraron su habilidad de expresar el cariño a una completa desconocida, el sentido del respeto y el amor a Dios expresado en la manera tan especial que tienen de dar

Tisca S.J.
El regreso a tierra de misión entre indígenas significó un reencuentro del corazón con Papá Dios que ama incansablemente a los más pequeños, a los oprimidos por las estructuras de poder, a los olvidados por nuestras autoridades. Esta experiencia reavivó en mi corazón el deseo profundo, de en todo amar y servir como lo dice Ignacio en los Ejercicios Espirituales.

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