Postrado ante ti, Señor,
me envuelven los recuerdos,
de aquellos que fueron fuego
y encendieron en mi, la llama de tu Amor.
Quiero darte gracias, Señor,
por la voz dulce que me enseñó a rezar
por los ojos que alumbraron mi mirada
y me hicieron verte en los demás.
Por la mano tendida que me acogió
y me ayudó a caminar hacia ti,
por esos brazos fuertes
que alzaron para verte mejor,
por los oídos que en silencio me escucharon,
y por el eco invisible que tu presencia me mostró.
Gracias, Señor.
Y pedirte, Señor, quisiera,
la luz y la fuerza,
para transmitir esa herencia
y también poder ser yo,
voz que tu oración enseñe,
ojos que muestren tu mirada,
mano que de seguridad,
brazos fuertes,
oídos para acompañar,
y que siguiéndote
deje el eco de tu presencia
en mi humilde caminar.
Luis S. Gallardo