Deja que te acoja,
y nada te derrotará para siempre.
Yo soy el justo,
quiero liberarte y ponerte a salvo.
Escucho tu oración y te salvo.
Soy la roca de tu refugio,
el alcázar donde estarás seguro.
Yo soy tu peña y tu alcázar.
Te libraré de la mano perversa,
porque has puesto en mi tu esperanza
y has confiado en mí desde tu juventud.
Ya te apoyaba
cuando estabas en el vientre materno,
en el seno yo te sostenía.
Tu boca contará mi auxilio
y mi salvación, cada día.
Yo te he instruido desde que eras joven
y sé que ahora contarás mis maravillas.
Adaptación del Salmo 71 (Rezandovoy)