Nací una vez,
a la luz, a la vida,
al ruido, a los olores,
al calor y al frío,
a los abrazos,
al hambre,
a los sabores,
a la saciedad,
al gusto,
a la música,
a la ternura,
a los encuentros.
Después,
pequeñas muertes
fueron matando sueños,
anhelos, inocencia
y pasión.
Si tú tiras de mí,
naceré de nuevo,
al reino y al evangelio,
al amor y la esperanza,
a la voz de los profetas,
a una misión.
Cada vez que muera,
volveré a nacer.
La verdad
se irá curtiendo
en mil duelos.
El espíritu
irá renovando
mi yo gastado.
El agua viva
lavará
cada herida vieja.
Hasta esa muerte final,
que será antesala
de un último nacimiento,
a la Luz, a la Vida,
y al Amor.
Y esta vez ya para siempre.
José María R. Olaizola sj