Criados a fuego lento,
como las buenas comidas,
como los grandes libros,
como las cosas de Dios.
Para alabarte
y proclamar tu Palabra
en un mundo que se tapa los oídos
y que quizás oye demasiados ruidos.
Para adorarte
entre los que piensan que todo da igual,
que nada es importante,
o que, sencillamente,
no Te quieren reconocer.
Para servirte
en los rincones de nuestra Iglesia,
en las heridas de la Humanidad,
y en las fronteras de la Historia.
Y así encontrar nuestro sitio,
junto al joven y al excluido,
al creyente y al no creyente,
con una fe y una justicia que nacen de Ti.
Al modo de Jesús de Nazaret,
con compañeros y, sobre todo, amigos,
mirando al futuro con esperanza,
y siempre al servicio de tu Reino
para mayor gloria de Dios.