Qué sosiego

Qué sosiego de pensar
que Dios vigila en las cosas;

que si ponemos los ojos
en el agua clara y honda,

nos devuelve la mirada
con su mirada remota;

que si ponemos la mano
sobre la arena, la forma

de su mano la caricia
de nuestra mano pregona;

que si perdemos los pasos
por el bosque, entre la sombra,

y la frente se acostumbra
dulcemente en lo que ignora,

nos trae la lengua del viento,
cantando desde las hojas,

palabras que Dios tenía
para decirnos a solas.

José García Nieto

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